Mauricio Funes se ha planteado como un tercero en discordia que va a luchar contra ARENA y el FMLN para establecer un régimen moderado en el país. Hay mucha gente que le ha creído, gente que jamás hubieran votado por el FMLN por extremista pero que están dispuestos a votar por Mauricio Funes porque lo ven como un líder moderno que podría establecer nuevos estándares de probidad y eficiencia en el gobierno. Por varios meses él se concentró en dar esta imagen, con bastante éxito. En el último mes, sin embargo, esta imagen ha chocado contra actuaciones en las que él ha mostrado que su imagen es sólo eso --una imagen-- y que en vez de anunciar la venida de un régimen más moderno él --no sólo el FMLN sino él, personalmente, también-- tiraría al país a patrones de conducta que recuerdan lo peor de los regímenes de nuestro pasado.
En una dimensión, la del manejo de los fondos públicos, Funes ha evidenciado tener la misma actitud que tenían los regímenes del Siglo XIX en nuestro país, cuando los presidentes y líderes políticos no tenían ninguna vergüenza en pasar fondos públicos a sus cuentas personales y defendían su derecho a hacerlo cuando los descubrían. Recientemente se descubrió que Funes tiene varios millones de dólares que pertenecen al FMLN (y en última instancia al gobierno) en su cuenta personal en un banco local. Él explicó que esos fondos se los había prestado un empresario amigo para la campaña. El dinero es parte de fondos públicos porque él mismo dice que el préstamo lo pagará con fondos de la deuda política, los recursos de los contribuyentes que el gobierno da a cada uno de los partidos políticos. Es decir, de acuerdo con Funes, él tiene varios millones en su cuenta personal que representan un préstamo que le hizo un empresario amigo y que pagará con dinero que el gobierno dará, no a él, sino al FMLN.
La presencia de los millones en la cuenta del candidato va en contra de la separación que debe existir en cualquier manejo ordenado de fondos políticos entre los fondos institucionales del partido y los fondos personales del candidato. Este es un principio que da formalidad al manejo de los fondos y que introduce un elemento de control en dicho manejo, que normalmente incluye que ningún fondo es erogado sin contar con al menos dos firmas responsables. Siguiendo este principio, y para evitar abusos, los fondos de la deuda política salen a nombre del partido, no de personas. Depositar fondos públicos en cuentas personales es realmente el colmo de la falta de transparencia y control. Si Mauricio Funes piensa manejar así los fondos públicos estaríamos muy mal en términos de transparencia financiera si él ganara la presidencia.
Otro tema que surge de la presencia de los millones en la cuenta de Mauricio Funes es la de la propiedad o impropiedad de recibir un préstamo tan grande de empresarios que pueden beneficiarse de acciones y decisiones tomadas por el gobierno. Es obvio que los préstamos de este tipo establecen obligaciones privadas que luego pueden pesar en decisiones que deberían de tomarse sobre consideraciones estrictamente públicas. Mauricio Funes puede decir que sólo a él y al prestamista les interesa saber cómo es que él le va a pagar esa deuda tan enorme después de las elecciones, pero la verdad es que nos interesa a todos los salvadoreños porque puede involucrar pagos en especie que nos perjudiquen a todos. Mauricio Funes puede decir que él nunca haría algo impropio. Pero, como la mujer del César, el presidente no sólo tiene que ser íntegro sino también parecerlo.
Mauricio Funes puede decir que el pueblo tiene que confiar en él. Eso sería aplicar doble estándar en el control de los fondos públicos, y tendríamos que modificar la Constitución para que diga que el pueblo tiene que establecer controles adecuados al uso de fondos públicos excepto cuando los maneje Mauricio Funes.
La idea que el candidato Mauricio Funes parece tener de que él está por encima de las leyes que se aplican a los demás, se manifiesta claramente en otro incidente: la calumnia que le levantó al candidato Rodrigo Ávila al afirmar que una revista guatemalteca había publicado evidencias de conductas sospechosas e impropias por parte de Ávila en el caso del asesinato de los diputados del Parlacen. La revista mencionada negó que hubiera publicado lo que Funes decía estar citando de ella. Funes no quiso disculparse, no quiso aclarar la verdad. Aparentemente, para Mauricio Funes, la obligación moral de reparar una calumnia se aplica a los demás, no a él.
Un tercer ejemplo de este tipo de comportamiento se ha evidenciado en las acusaciones que Funes ha hecho de que se está preparando un fraude sin presentar una sola prueba de que esto está sucediendo. Es lo mismo. Para él, la obligación de presentar pruebas al hacer acusaciones se aplica a todos, menos a Mauricio Funes.
Todo esto muestra una tendencia clara: es obvio que Mauricio Funes cree que las leyes están hechas para otros, no para él. Esta idea es la base del problema más serio que por siglos ha afectado el desarrollo político de nuestro país y de Latinoamérica en general: la falta de institucionalidad. Mauricio Funes representaría la vuelta a la soberbia de los caudillos que se consideraban por encima de la ley. Costó mucho superar la etapa de estos caudillos. No vayamos a elegirlos de nuevo.
*Máster en Economía, Northwestern University. Columnista de El Diario de Hoy.
viernes, 13 de marzo de 2009
¿Es posible calumniar a los cabecillas rojos?
Lo que todos han visto es la cuenta bancaria del candidato Funes y la mansión en la que vive, todo financiado por el prepago de sus padrinos.
Los comunistas acusan a Federico Hernández de calumniar al compañero de fórmula de Funes, el ahora casi todo el tiempo escondido y que, de acuerdo con los testimonios recogidos en el libro de Geovani Galeas, tuvo que ver directa o indirectamente en los asesinatos perpetrados por su lugarteniente Mayo Sibrián.
Calumniar a cualquiera de los comandantes rojos requiere de una desbordada imaginación, ya que no hay barbaridad, crimen, atropello, vileza, traición o falsedad que no hayan perpetrado. Los cargos que un grupo de sujetos ("profesionales" de la membresía semivisible del comunismo) hace a Federico Hernández carecen de fundamento; Federico no hizo sino citar párrafos y aseveraciones de las memorias altamente pasteurizadas de Sánchez Cerén, alias Leonel González.
Sánchez Cerén fue el principal lugarteniente del fundador de las FPL, Cayetano Carpio, secuestrador y asesino que terminó suicidado por los sandinistas al descubrirse que había ordenado el ajusticiamiento de Mélida Anaya Montes. El cadáver de la Anaya apareció con sesenta estocadas; los autores materiales andan todavía sueltos y se prestan para intimidar a los efemelenistas que no entienden de jerarquías y disputan el derecho del cabecilla de turno a ser cabecilla de turno, como le sucedió al ex alcalde Silva al oponerse a la candidatura de Schafik. "O dejás de aspirar o dejás de respirar".
El principal insulto a Federico, ya que no se puede refutar lo que dice, es que "se vendió". Pero, ¿estuvo alguien presente cuando entregaron el dinero, como envía Chávez dinero a los rojos para su campaña? Federico no se vendió ni se vende, pero además de eso sus argumentos no pierden validez por los insultos que le hacen.
El prepago de los padrinos
En el actual escenario político salvadoreño los únicos que están recibiendo dinero de donantes identificados unos y desconocidos otros, son los efemelenistas y su candidato Funes. Viene a ser un "pague ahora y viaje después", el prepago que luego se verá recompensado. Esos desconocidos donantes financian la masiva campaña propagandística del comunismo; tanto dinero sólo puede venir de Chávez o de las FARC o de una mafia como los Zeta.
El candidato al menos ya reveló quién es su principal padrino aunque falta por conocer a los otros, incluyendo el que le paga la casa donde vive ahora, que tiene un área construida de 800 a mil metros cuadrados, en un terreno de casi cuatro mil varas cuadradas. Alquilarla por cuatro mil dólares sería una ganga; el precio de mercado son cinco mil, lo que es casi igual al salario que recibiría mensualmente Funes si se da la desgracia de que llegue al poder.
Si paga la casa no le queda nada de dinero para comenzar a cancelar el préstamo de dos millones de dólares que, a cero interés, le tomaría treinta años hacerlo. Pero eso de la deuda, dice Funes, es un asunto privado. El público tiene que respetar lo que los candidatos y, por consiguiente los funcionarios, reciban de ciudadanos muy bien acomodados. Así, según las historias, funcionaba la política en México en la época del PRI. ¡Qué sabroso!
Nadie vio a Federico recibir cheque alguno, lo que por otra parte es inconcebible conociéndolo, además de que esa recopilación de testimonios cualquiera podría hacerla.
Lo que todos han visto es la cuenta bancaria del candidato Funes y la mansión en la que vive, todo financiado por el prepago de sus padrinos.
Los comunistas acusan a Federico Hernández de calumniar al compañero de fórmula de Funes, el ahora casi todo el tiempo escondido y que, de acuerdo con los testimonios recogidos en el libro de Geovani Galeas, tuvo que ver directa o indirectamente en los asesinatos perpetrados por su lugarteniente Mayo Sibrián.
Calumniar a cualquiera de los comandantes rojos requiere de una desbordada imaginación, ya que no hay barbaridad, crimen, atropello, vileza, traición o falsedad que no hayan perpetrado. Los cargos que un grupo de sujetos ("profesionales" de la membresía semivisible del comunismo) hace a Federico Hernández carecen de fundamento; Federico no hizo sino citar párrafos y aseveraciones de las memorias altamente pasteurizadas de Sánchez Cerén, alias Leonel González.
Sánchez Cerén fue el principal lugarteniente del fundador de las FPL, Cayetano Carpio, secuestrador y asesino que terminó suicidado por los sandinistas al descubrirse que había ordenado el ajusticiamiento de Mélida Anaya Montes. El cadáver de la Anaya apareció con sesenta estocadas; los autores materiales andan todavía sueltos y se prestan para intimidar a los efemelenistas que no entienden de jerarquías y disputan el derecho del cabecilla de turno a ser cabecilla de turno, como le sucedió al ex alcalde Silva al oponerse a la candidatura de Schafik. "O dejás de aspirar o dejás de respirar".
El principal insulto a Federico, ya que no se puede refutar lo que dice, es que "se vendió". Pero, ¿estuvo alguien presente cuando entregaron el dinero, como envía Chávez dinero a los rojos para su campaña? Federico no se vendió ni se vende, pero además de eso sus argumentos no pierden validez por los insultos que le hacen.
El prepago de los padrinos
En el actual escenario político salvadoreño los únicos que están recibiendo dinero de donantes identificados unos y desconocidos otros, son los efemelenistas y su candidato Funes. Viene a ser un "pague ahora y viaje después", el prepago que luego se verá recompensado. Esos desconocidos donantes financian la masiva campaña propagandística del comunismo; tanto dinero sólo puede venir de Chávez o de las FARC o de una mafia como los Zeta.
El candidato al menos ya reveló quién es su principal padrino aunque falta por conocer a los otros, incluyendo el que le paga la casa donde vive ahora, que tiene un área construida de 800 a mil metros cuadrados, en un terreno de casi cuatro mil varas cuadradas. Alquilarla por cuatro mil dólares sería una ganga; el precio de mercado son cinco mil, lo que es casi igual al salario que recibiría mensualmente Funes si se da la desgracia de que llegue al poder.
Si paga la casa no le queda nada de dinero para comenzar a cancelar el préstamo de dos millones de dólares que, a cero interés, le tomaría treinta años hacerlo. Pero eso de la deuda, dice Funes, es un asunto privado. El público tiene que respetar lo que los candidatos y, por consiguiente los funcionarios, reciban de ciudadanos muy bien acomodados. Así, según las historias, funcionaba la política en México en la época del PRI. ¡Qué sabroso!
Nadie vio a Federico recibir cheque alguno, lo que por otra parte es inconcebible conociéndolo, además de que esa recopilación de testimonios cualquiera podría hacerla.
Lo que todos han visto es la cuenta bancaria del candidato Funes y la mansión en la que vive, todo financiado por el prepago de sus padrinos.
El beneficiado del "cambio": Mauricito el rojo El problema de los corruptos es que no deciden los gastos, las compras y las asignaciones para lograr
El problema de los corruptos es que no deciden los gastos, las compras y las asignaciones para lograr eficiencia y equidad, sino que deciden por lo que les conviene en lo personal.
Si como candidato Funes toma dinero de "donantes y amigos" sin prestar servicios que lo justifiquen, no cuesta imaginar lo que haría si por desgracia para el país y la población llegara a Presidente. El cambio ya le llegó a Mauricio. De un muy buen ingreso pero con sus tarjetas topadas, vive ahora en una mansión de cuatro mil varas cuadradas y dispone de una cuenta bancaria con más de dos millones de dólares.
El candidato de los comunistas tiene varios automóviles, guardianes y guardaespaldas, empleadas de hogar para mantener su nueva residencia y además un vecino importantísimo para los efemelenistas y para el propio Funes: la representación diplomática de Venezuela. Para hacer consultas y recibir consejos no tiene más que cruzar la pared que separa una de las residencias de la otra.
Muchos salvadoreños tomarán ejemplo del gran campeón de los pobres para hacer el milagroso salto, casi de la noche a la mañana, de clase media modesta, a clase opulenta. El ejemplo lo tienen aunque es responsabilidad de cada ciudadano encontrar sus padrinos y compradores. Funes ya los tiene, personas que inician andadura en un posible aunque no necesariamente probable régimen socialista, con créditos prepago en su haber.
Los milagros económicos personales, los saltos de la nada a la opulencia, siempre son objeto de investigación, más cuando involucran a funcionarios. En países con instituciones establecidas de vieja tradición, como los europeos y las democracias de Asia y Sudamérica, que un político tome dinero sin causa legítima es un grave delito que le lleva a enfrentar la justicia. Esos dineros son además su ruina pública. Aquí en El Salvador hemos sufrido de corrupción, pero nunca se vio que un funcionario o un candidato en forma abierta aceptara regalos de particulares y que además lo considerara como práctica honesta.
Una manzana podrida arruina al resto
Los funcionarios manejan fondos de la colectividad, dinero que con esfuerzo y en ocasiones mucho sacrificio, hacen y pagan toda clase de personas y empresas. Esa es la razón por la cual la legislación y las prácticas en los estados organizados, que se rigen por principios sanos de buena administración, toman los cuidados para asegurarse de que serán bien empleados. El problema de los corruptos es que no deciden los gastos, las compras y las asignaciones para lograr eficiencia y equidad, sino que deciden por lo que les conviene en lo personal. Cuando un gobernante o aspirante a gobernante se vende o acepta "prepagos", sus decisiones son viciadas y con frecuencia contrarias al mejor interés de una nación.
Hay efectos secundarios terribles: si los subalternos, los funcionarios menores y los que trabajan en puestos de gobierno advierten, y es muy improbable que no se den cuenta de que "el de arriba roba", ellos también meten mano en los bolsillos de la gente. Del mal paso del individuo en el poder se cae en la corruptela general donde todo se logra a base de regalías y comisiones por debajo de la mesa. La gran mansión de Funes, "primer beneficiado con el cambio gracias a sus padrinos", hace salivar a los que formarán banda en el poder. El mal ejemplo cunde; una manzana podrida arruina al resto de la fruta en la canasta.
Si como candidato Funes toma dinero de "donantes y amigos" sin prestar servicios que lo justifiquen, no cuesta imaginar lo que haría si por desgracia para el país y la población llegara a Presidente. El cambio ya le llegó a Mauricio. De un muy buen ingreso pero con sus tarjetas topadas, vive ahora en una mansión de cuatro mil varas cuadradas y dispone de una cuenta bancaria con más de dos millones de dólares.
El candidato de los comunistas tiene varios automóviles, guardianes y guardaespaldas, empleadas de hogar para mantener su nueva residencia y además un vecino importantísimo para los efemelenistas y para el propio Funes: la representación diplomática de Venezuela. Para hacer consultas y recibir consejos no tiene más que cruzar la pared que separa una de las residencias de la otra.
Muchos salvadoreños tomarán ejemplo del gran campeón de los pobres para hacer el milagroso salto, casi de la noche a la mañana, de clase media modesta, a clase opulenta. El ejemplo lo tienen aunque es responsabilidad de cada ciudadano encontrar sus padrinos y compradores. Funes ya los tiene, personas que inician andadura en un posible aunque no necesariamente probable régimen socialista, con créditos prepago en su haber.
Los milagros económicos personales, los saltos de la nada a la opulencia, siempre son objeto de investigación, más cuando involucran a funcionarios. En países con instituciones establecidas de vieja tradición, como los europeos y las democracias de Asia y Sudamérica, que un político tome dinero sin causa legítima es un grave delito que le lleva a enfrentar la justicia. Esos dineros son además su ruina pública. Aquí en El Salvador hemos sufrido de corrupción, pero nunca se vio que un funcionario o un candidato en forma abierta aceptara regalos de particulares y que además lo considerara como práctica honesta.
Una manzana podrida arruina al resto
Los funcionarios manejan fondos de la colectividad, dinero que con esfuerzo y en ocasiones mucho sacrificio, hacen y pagan toda clase de personas y empresas. Esa es la razón por la cual la legislación y las prácticas en los estados organizados, que se rigen por principios sanos de buena administración, toman los cuidados para asegurarse de que serán bien empleados. El problema de los corruptos es que no deciden los gastos, las compras y las asignaciones para lograr eficiencia y equidad, sino que deciden por lo que les conviene en lo personal. Cuando un gobernante o aspirante a gobernante se vende o acepta "prepagos", sus decisiones son viciadas y con frecuencia contrarias al mejor interés de una nación.
Hay efectos secundarios terribles: si los subalternos, los funcionarios menores y los que trabajan en puestos de gobierno advierten, y es muy improbable que no se den cuenta de que "el de arriba roba", ellos también meten mano en los bolsillos de la gente. Del mal paso del individuo en el poder se cae en la corruptela general donde todo se logra a base de regalías y comisiones por debajo de la mesa. La gran mansión de Funes, "primer beneficiado con el cambio gracias a sus padrinos", hace salivar a los que formarán banda en el poder. El mal ejemplo cunde; una manzana podrida arruina al resto de la fruta en la canasta.
jueves, 12 de marzo de 2009
Final de campaña
Faltan pocas horas para el día de las votaciones. Ya no hay mensajes publicitarios en los medios. Atrás quedaron aquellas encuestas que proyectaban una "aplastante e irreversible victoria" del FMLN en las dos elecciones de este año. Atrás quedó el triunfalismo en esas filas. Los resultados del domingo 18 de enero, cambiaron de manera brusca el escenario electoral de cara a las elecciones presidenciales.
Muy a pesar de los esfuerzos que hizo Mauricio Funes para salvar del naufragio a Violeta Menjívar, Norman Quijano se alzó con la victoria en San Salvador. Resultó que no era cierto lo de la imbatibilidad del candidato rojo. Luego de ese día pasó que el partido ARENA, que venía de sufrir un muy difícil proceso interno, se unificó. Y luego pasó algo inédito en la historia del país: tres de los partidos participantes en el proceso, se aliaron con el partido en el poder, para derrotar al FMLN.
Lo usual es que los partidos de oposición se unan para luchar contra el partido oficial, sobre todo si éste lleva varios años en el poder. Pero acá fue al revés. El asunto no deja de sorprender. Cuando todo comenzó, la candidatura de Rodrigo Ávila parecía condenada a la soledad. Ni siquiera se veía capaz de unificar a su propio partido. Pero esa candidatura cierra campaña no sólo aglutinando a ARENA, sino a todas las fuerzas democráticas del país, incluso a importantes sectores de la izquierda no radical.
Por el contrario, la candidatura de Mauricio Funes que inició con certezas y prematuras arrogancias de ganador indiscutible, cerró en medio de tensiones con su propio partido, con importantes empresarios y periodistas. En los últimos días de campaña a Funes se le vio ante la prensa, permanentemente aclarando cosas y proponiendo nada. Lo de acusar a Rodrigo Ávila de cosas graves en base a una entrevista fabricada fue también un grave error. Todo lo que Funes diga después de esa falsa acusación, tiene muy poca credibilidad.
Pasada la campaña el candidato Funes y su partido tendrán que aclarar también de dónde ha salido el dinero para financiar la más onerosa campaña publicitaria en la historia del país. Tan onerosa, que no sólo ha superado al partido ARENA en materia de inversión publicitaria, sino también para cambiar el estilo de vida del candidato presidencial de acuerdo a las noticias.
Cierre de campaña sorprendente. Casi a la inversa con lo que ocurría hace meses. Sin embargo a pesar de la notoria recuperación de ARENA, nada está escrito todavía. Todo parece indicar que los resultados serán muy apretados. Las votaciones serán hasta el domingo. Hay todavía algunas horas para meditar con tranquilidad. Insisto que al final la elección trasciende a los partidos políticos. Al final se trata de una consulta sobre el sistema político.
El FMLN, más allá de lo que digan los anuncios publicitarios de su candidato y articulistas como Roberto Turcios, tiene la firme convicción de llevar a nuestro país por los sinuosos y sombríos caminos del socialismo del Siglo XXI, bajo la batuta de Hugo Chávez. Nunca los comandantes lo negaron, nunca Mauricio Funes, a lo largo de su campaña tuvo claridad en rechazar de manera categórica al tipo de regímenes como los de Cuba y Venezuela.
Roberto Turcios, en su última columna, sigue alegando que hay una campaña de miedo y sugiere que el FMLN no tiene ningún deseo de llevar al país por la misma ruta donde ya marchan Ecuador, Bolivia y Nicaragua. Para respaldar semejante alegato hace una desafortunada comparación entre esta campaña y la de 1972. Tiempos distintos, protagonistas distintos, Roberto.
En 1972, los comunistas en la Unión Nacional Opositora, eran una minoría. En el FMLN son todo. Ni Mauricio Funes es Napoleón Duarte (las diferencias son de todo tipo: oratoria, preparación académica, trayectoria, vida privada, etc.). Y menos Salvador Sánchez Cerén es Guillermo Manuel Ungo (acá las diferencias son todavía más dramáticas).
La Unión Nacional Opositora rechazaba a los gobiernos militares totalitarios, mientras que el FMLN es aliado de un gobierno militar dictatorial, encabezado por un verdadero gorila. No hay simulación en las declaraciones de José Luís Merino, ni en las aspiraciones históricas de las fuerzas que quedaron en poder de lo que fue el FMLN.
Que me disculpe Roberto Turcios y los tres o cuatro articulistas que piensan como él, pero no hay nada, absolutamente nada, que indique que el FMLN ha renunciado a su sueño socialista revolucionario (hoy por hoy encarnado en el modelo político venezolano). Sobre eso queridos lectores es la elección del domingo.
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