Faltan pocas horas para el día de las votaciones. Ya no hay mensajes publicitarios en los medios. Atrás quedaron aquellas encuestas que proyectaban una "aplastante e irreversible victoria" del FMLN en las dos elecciones de este año. Atrás quedó el triunfalismo en esas filas. Los resultados del domingo 18 de enero, cambiaron de manera brusca el escenario electoral de cara a las elecciones presidenciales.
Muy a pesar de los esfuerzos que hizo Mauricio Funes para salvar del naufragio a Violeta Menjívar, Norman Quijano se alzó con la victoria en San Salvador. Resultó que no era cierto lo de la imbatibilidad del candidato rojo. Luego de ese día pasó que el partido ARENA, que venía de sufrir un muy difícil proceso interno, se unificó. Y luego pasó algo inédito en la historia del país: tres de los partidos participantes en el proceso, se aliaron con el partido en el poder, para derrotar al FMLN.
Lo usual es que los partidos de oposición se unan para luchar contra el partido oficial, sobre todo si éste lleva varios años en el poder. Pero acá fue al revés. El asunto no deja de sorprender. Cuando todo comenzó, la candidatura de Rodrigo Ávila parecía condenada a la soledad. Ni siquiera se veía capaz de unificar a su propio partido. Pero esa candidatura cierra campaña no sólo aglutinando a ARENA, sino a todas las fuerzas democráticas del país, incluso a importantes sectores de la izquierda no radical.
Por el contrario, la candidatura de Mauricio Funes que inició con certezas y prematuras arrogancias de ganador indiscutible, cerró en medio de tensiones con su propio partido, con importantes empresarios y periodistas. En los últimos días de campaña a Funes se le vio ante la prensa, permanentemente aclarando cosas y proponiendo nada. Lo de acusar a Rodrigo Ávila de cosas graves en base a una entrevista fabricada fue también un grave error. Todo lo que Funes diga después de esa falsa acusación, tiene muy poca credibilidad.
Pasada la campaña el candidato Funes y su partido tendrán que aclarar también de dónde ha salido el dinero para financiar la más onerosa campaña publicitaria en la historia del país. Tan onerosa, que no sólo ha superado al partido ARENA en materia de inversión publicitaria, sino también para cambiar el estilo de vida del candidato presidencial de acuerdo a las noticias.
Cierre de campaña sorprendente. Casi a la inversa con lo que ocurría hace meses. Sin embargo a pesar de la notoria recuperación de ARENA, nada está escrito todavía. Todo parece indicar que los resultados serán muy apretados. Las votaciones serán hasta el domingo. Hay todavía algunas horas para meditar con tranquilidad. Insisto que al final la elección trasciende a los partidos políticos. Al final se trata de una consulta sobre el sistema político.
El FMLN, más allá de lo que digan los anuncios publicitarios de su candidato y articulistas como Roberto Turcios, tiene la firme convicción de llevar a nuestro país por los sinuosos y sombríos caminos del socialismo del Siglo XXI, bajo la batuta de Hugo Chávez. Nunca los comandantes lo negaron, nunca Mauricio Funes, a lo largo de su campaña tuvo claridad en rechazar de manera categórica al tipo de regímenes como los de Cuba y Venezuela.
Roberto Turcios, en su última columna, sigue alegando que hay una campaña de miedo y sugiere que el FMLN no tiene ningún deseo de llevar al país por la misma ruta donde ya marchan Ecuador, Bolivia y Nicaragua. Para respaldar semejante alegato hace una desafortunada comparación entre esta campaña y la de 1972. Tiempos distintos, protagonistas distintos, Roberto.
En 1972, los comunistas en la Unión Nacional Opositora, eran una minoría. En el FMLN son todo. Ni Mauricio Funes es Napoleón Duarte (las diferencias son de todo tipo: oratoria, preparación académica, trayectoria, vida privada, etc.). Y menos Salvador Sánchez Cerén es Guillermo Manuel Ungo (acá las diferencias son todavía más dramáticas).
La Unión Nacional Opositora rechazaba a los gobiernos militares totalitarios, mientras que el FMLN es aliado de un gobierno militar dictatorial, encabezado por un verdadero gorila. No hay simulación en las declaraciones de José Luís Merino, ni en las aspiraciones históricas de las fuerzas que quedaron en poder de lo que fue el FMLN.
Que me disculpe Roberto Turcios y los tres o cuatro articulistas que piensan como él, pero no hay nada, absolutamente nada, que indique que el FMLN ha renunciado a su sueño socialista revolucionario (hoy por hoy encarnado en el modelo político venezolano). Sobre eso queridos lectores es la elección del domingo.