En tiempos normales, el FMLN mantiene un equipo encargado de monitorear los medios radiales y televisivos para, en los programas de opinión, hacer preguntas incómodas a los críticos de la izquierda y elogiar a los exponentes de la misma, así como en las encuestas, enviar respuestas que convengan a la izquierda.
En este período electoral, ha constituido grupos de blogueros y remitentes de correos electrónicos que atacan a los opositores de la izquierda y celebran a sus exponentes. Lo normal es arremeter contra Rodrigo Ávila y deshacerse en elogios del señor Mauricio Funes.
También en escala bastante menor hay lo contrario. Embestidas contra Funes, especialmente ridiculizándolo, pero sin ditirambos al candidato arenero. Uno de tantos pregunta en qué se parece Funes a una tortuga parada en la punta de un poste del alumbrado eléctrico. En que no entiendes cómo llegó allí; no puedes creer que esté allí; sabes que no pudo subir solo; estás seguro de que no debiera estar allí; y que no hará nada útil donde está.
Abundan las burlas contra Ávila. A veces ingeniosas; en ocasiones fruto de enajenados mentales, como un pedante, supuestamente científico, “perfil psicológico”.
Quiero referirme a uno de esos, obra de un desquiciado que cree ser gracioso. Lo titula “Cómo Ciro Zepeda conquistó a Chévez candidato del PCN” agregando “(Se reirá un rato)”.
Imagina que un taxista recoge en el Reloj de Flores a una señora “con su biblia (así, con minúscula) debajo del sobaco” y la lleva a Ilopango a la iglesia Elim. Cuando la baja, ve en el recinto a cuatro figuras del PCN y se queda a ver qué pasa. “No quise entrar —dice el imaginario taxista con palabras del autor— no soporto a esos fanáticos que me obligan a oír coritos a las 11 de la noche. Pink Floyd no se oye bien con locos gritando y saltando detrás de mi cuarto. Los detesto.”
Si el chistoso cree que solo insulta a los feligreses de Elim, debiera saber que al ofender a una de las denominaciones más extendidas y estimadas, injuria a todos los hermanos evangélicos, que se aman y respetan, aun cuando tengan y eventualmente expresen diferencias.
No contento o inconsciente de ello, extiende su vilipendio a lo más sagrado que hay en la vida de un evangélico, la aceptación de Jesús como su único y suficiente Salvador. Los pecenistas ficticios habían llegado al templo para fingirse cristianos y ganarse los votos de la congregación. El pastor parado al centro del “escenario” les da la bienvenida.
Cuando llama “a aquellos que querían aceptar a Cristo”, entre ellos cuchichean chanzas vulgares sobre la reunión y se empujan recíprocamente para ver quién pasa primero por aquella “paja”. Al fin sube Cruz Zepeda, se arrodilla y el pastor grita “Aleluya, el Señor está haciendo obra esta noche, amén”. Pone las manos en la cabeza del político y este “empezó a hablar en una jerigonza ininteligible” y a moverse “alocadamente como quien está a punto de caer con ataque de epilepsia. Está hablando en lenguas, dijo alguien”.
O sea que el efemelenista se mofa también de lo que para muchos es la presencia del Espíritu Santo.
La cosa pasaría como cualquier bufonada sacrílega, si no fuese porque gente así es la que aspira a posiciones de gobierno con el señor Funes. Para mantenerse en el poder 10, 20, 30 años, como dice José Luis Merino; o por toda la vida, como Hugo Chávez.
Por si quiere escribirle al autor, escondido tras un seudónimo, su correo es: rojitoconfunes@yahoo.com