En una tormenta de ocurrencias, disparates y promesas que no se van a cumplir, los rojos encontraron la fórmula mágica para ayudar a la población: una "Fábrica de Empleos" que va a generar decenas de miles (eso dicen) de nuevos puestos de trabajo, incluidos cien en cada una de las municipalidades del país. Y, en efecto, en las municipalidades que ellos controlan y con el dinero que pagan los vecinos han creado miles de puestos para sus activistas políticos, que van de uno a otro extremo de las ciudades fomentando el odio de clases y aliándose con mareros y extorsionistas.
Pues el señor Funes ya lanzó su gran plan para aquellos a los que dispensa atol con el dedo. Los que por tradición destruyen fuentes de trabajo, aterrorizan a empresarios, bloquean calles, dinamitan puentes, dan fuego a ingenios y ametrallan vacas, ahora van a crear miles de nuevos empleos.
Funes habla de 26 mil empleos sólo en las alcaldías. La idea es pedir a cada municipio que presente con la mayor brevedad un número de proyectos, los que se financiarían con los fondos de inversión del presupuesto. Pero eso equivale a sacar dinero de una bolsa y pasarlo a otra, con el agravante de que es raro el municipio que cuenta con la estructura administrativa, los equipos y las instalaciones para ejecutar programas con eficiencia. Controlar que no despilfarren el dinero es ya una tarea muy costosa e incierta.
No se aclara, tampoco, en qué sectores se generaría el resto de empleos ofrecidos, más en un momento en que hay una crisis mundial y las ventas se han reducido en los países hacia donde exportamos. Además los mercados están siendo abastecidos por empresas que cuentan con sus redes de mercadeo, tienen sus clientelas y disponen de la experiencia y la estructura instalada. Los nuevos empleos tendrían que competir con negocios que ya están operando y no van a ser desplazados por advenedizos.
¿De dónde saldría el dinero para el plan?
Crear un empleo cuesta muchísimo dinero, una suma que en la industria, por lo general, supera el medio millón de dólares. Pero, además, sólo son exitosas las actividades que ofrecen productos innovadores, lo cual a su vez exige gran conocimiento de la demanda del público, diseños novedosos y precios muy competitivos. No es cosa de soplar y hacer botellas, lo que por lo general creen posible aquellos que nunca han manejado negocios.
Lo usual es que haya servicios o demandas insatisfechas y que alguien las descubra y monte un negocio o empresa para suplirlas. Aquí los rojos harían al revés: primero crearían los puestos de trabajo, las instalaciones, los equipamientos, la burocracia, etcétera, para luego buscar qué tienen que hacer.
Tampoco se responde a una lógica interrogante: ¿de dónde saldría el dinero para sostener esas decenas de miles de nuevos empleos si los presupuestos son muy limitados y además la demanda de productos y servicios en el mundo se ha reducido y está siendo cubierta por empresas establecidas? ¿Van a desvalijar los negocios que han sobrevivido a la crisis para crear nuevos empleos? Pero al subir los impuestos a las empresas, éstas invertirán menos y además reducirán personal. Es casi seguro que en vez de incrementar empleo, considerando que los municipios y los gobiernos son ineficientes para ello, baje el número de personas con trabajo.