martes, 24 de febrero de 2009

Dispersión en las izquierdas en el momento crítico

Justo en el momento en que las derechas en el país se unifican en torno al proyecto presentado por Rodrigo Ávila, las izquierdas parecen haber comenzado a dispersarse, o al menos a marcar explícitamente sus diferencias con el proyecto encabezado por Mauricio Funes. La lógica más elemental indica que ese doble movimiento puede ser decisivo en el desenlace de la actual coyuntura electoral. 
Del lado del centro izquierda, el MPSC y una parte de la militancia del FDR y del CD han trasladado su apoyo hacia Alianza por el Cambio, la agrupación encabezada por el candidato a la vice presidencia por ARENA, Arturo Zablah; mientras tanto, sectores de la izquierda radical, como lo reportamos en nuestra edición anterior, se han pronunciado por un retorno del FMLN a su definición originaria por el socialismo revolucionario afín a los regímenes de Cuba y Venezuela.
Estos últimos sectores, que se mantuvieron en silencio mientras duró el triunfalismo rojo basado en las encuestas que resultaron fallidas, parecían resignados a la postergación de sus reivindicaciones tradicionales: no a la dolarización, no a los TLC, no al sistema capitalista, y adhesión al llamado socialismo del siglo XXI propugnado por el coronel Hugo Chávez. Mauricio Funes y sus amigos, con el afán de ganar la confianza del empresariado nacional y de otros sectores moderados, han reiterado enfáticamente que ninguna de esas reivindicaciones tiene cabida en su proyecto.
Pero al desfondarse para el FMLN la sensación de segura victoria, el radicalismo rojo decidió romper el silencio y reclamar, tanto a su dirigencia como al candidato, un sinceramiento en relación a la coherencia entre el discurso y la estrategia de campaña con los estatutos partidarios, mismos que definen al FMLN como socialista y revolucionario. Es en esa línea que los dirigentes del Bloque Popular Juvenil expresaron en su página electrónica lo siguiente:
"Los dirigentes del FMLN deberían ser más honestos y plantear claramente que se elimine la palabra socialismo de los estatutos porque el programa de gobierno que están defendiendo solo busca reformar al capitalismo con mayor participación de otros sectores de la burguesía que hoy están excluidos (...) Aquí la dirección del FMLN se tendrá que poner de un lado, o se está con los trabajadores o de lado del reformismo, es decir de la burguesía (...) Pero si la burocracia del FMLN aún no se atreve a eliminar las palabras socialismo o revolución de los estatutos es porque sabe que sería muy anti popular". Y aun con mayor contundencia:
"La dirección del FMLN ha optado por una táctica incorrecta, al tratar de convencer a la burguesía de que sus intereses no están en peligro, que respetarán la propiedad privada y no construirán el socialismo. Lo que la dirección del FMLN debería hacer es apoyarse en la clase obrera y demás pobres del campo y la ciudad quienes han demostrado su gran disposición de luchar (...) El FMLN se debe dotar de las ideas del autentico marxismo y por consiguiente no abandonar la lucha por el socialismo"
El conflicto latente 
En nuestra edición anterior nos hacíamos la siguiente pregunta: ¿Podrá Mauricio Funes seguir sosteniendo, ante esos sectores, que no está interesado en construir el socialismo y ni siquiera en comenzar a poner las bases para su construcción, o por el contrario hará caso omiso de esos reclamos y seguirá empeñado en seducir a los grandes empresarios nacionales? 
Por lo actuado en los días posteriores a la publicación de esos reclamos, a los que sumaron en diversos momentos Salvador Arias, Dagoberto Gutiérrez y los Socialistas Centroamericanos, queda claro que ni el FMLN ni su candidato están interesados en efectuar el viraje recomendado para su discurso y su estrategia. En ese caso la pregunta se invierte: ¿continuarán los sectores radicales del FMLN en su resignación al no ser escuchados, o por el contrario aumentarán el volumen de sus exigencias y pasarán al plano de las acciones consecuentes con su postura?
Conociendo los antecedentes del radicalismo militante, es posible presumir que la alternativa no será el silencio y la resignación, sobre todo porque ya no se trata tan solo de un llamado abstracto a la coherencia ideológica del FMLN sino más bien a un cálculo muy concreto: si no se efectúa el viraje en cuestión el FMLN perderá las elecciones. O, en palabras de Dagoberto Gutiérrez: "Las elecciones no se ganan con los votos de los ricos de este país, que son poquitos, sino con los votos de los más pobres, y son precisamente los más pobres los que han hecho posible las victorias de ARENA. Es en esa cancha donde el FMLN tiene que dar la lucha". Pero, advierte Gutiérrez, "para eso el FMLN tiene que hablar claro". 
Y eso precisamente, claridad, es el elemento ausente en el discurso y en la estrategia del FMLN. Mientras Salvador Arias y sus simpatizantes radicales se manifiestan en las calles en apoyo a la reelección indefinida de Hugo Chávez, Mauricio Funes se desvincula vagamente de ese apoyo, en tanto que la dirigencia farabundista prefiere responder con evasivas a las preguntas sobre el tema. Y la pregunta plantada por un sector de la militancia queda de nuevo en el aire: ¿se define o no el FMLN por el socialismo del siglo XXI? 
Según Mauricio Funes y sus amigos, no; según José Luis Merino, Salvador Arias, Nidia Díaz, Sánchez Cerén, si; según el resto de la dirigencia quién sabe. En esa indefinición es que radica el principio de la dispersión de la izquierda, y en consecuencia, según el radicalismo militante, la alta probabilidad de una nueva derrota frente a una derecha unificada.