Significativamente, la columna de Berti se titula "Un llamado a los amigos", y de algún modo resulta sintomático que el autor, habiendo señalado una doble ausencia, la del partido y la de los Amigos de Funes, solo se refiera a los segundos en su llamado a la superación del impase:
"Es importante que (los Amigos de Mauricio) reconozcan que ese apoyo y esa participación no deben seguirse dando desde la sombra, que requiere valentía para ponerse al frente y ante el público, y que no puede continuar operando tras bambalinas. Políticamente hablando, Mauricio atraviesa hoy el peor momento de su campaña, y hay que recordar que es precisamente en los peores momentos cuando uno más necesita de los amigos".
Pero lo que para Berti, y para quienes comparte su perspectiva, es la solución (un mayor y más decidido protagonismo de los Amigos de Mauricio Funes en la campaña), para otros sectores de la izquierda es justamente el problema. Esto es así porque, como hemos venido sosteniendo en Centroamérica 21, los resultados del 18 de enero, que por un lado cohesionaron a la derecha y generaron el reimpulso de la campaña de ARENA, también sacaron del closet coyuntural al sector más radical del FMLN, el cual ha comenzado a exigir abiertamente el retorno del partido a su filiación marxista-leninista y al socialismo del siglo XXI.
La coexistencia de dos o más corrientes de pensamiento dentro de una misma agrupación política no solo no es un problema sino que, por el contrario, y tal como sucedió con el FMLN de los años ochentas, es muestra de un saludable pluralismo. Pero, como famosamente ha declarado el hombre fuerte de la cúpula farabundista, Jose Luis Merino: "el FMLN no es pluralista y no debe serlo".
Esta última postura, que como hemos demostrado con citas textuales en nuestras últimas ediciones, no constituye en absoluto una "declaración a título personal", como gusta decir Mauricio Funes cuando Nidia Díaz o Salvador Arias proclaman la adhesión del FMLN al proyecto continental del coronel Hugo Chávez, sino que está sustentada en los estatutos y en los documentos políticos-ideológicos del partido.
Y si el FMLN explícitamente no es pluralista, ¿qué papel es el que juegan los amigos moderados de Mauricio Funes, incluyendo a los recientes asociados de Cambio Democrático y al mismo candidato que, antes de darle la mano a Hugo Chávez, prefiere fotografiarse junto a Zapatero, Lula y Bachelet?
Otra apuesta equivocada
Al no poder o no querer contar en su campaña con su propio compañero de fórmula, Salvador Sánchez Cerén (quien ha decidido auto borrarse del mapa debido a los crecientes cuestionamientos a su trayectoria), y al no responder positivamente a los reclamos del sector radical del FMLN, Mauricio Funes parece haber optado por buscar amparo a la sombra del exitoso alcalde tecleño Óscar Ortiz.
Sin embargo, para nadie es un secreto que, muy a pesar de sus éxitos electorales, Óscar Ortiz apenas es tolerado por los duros de la cúpula efemelenista en razón de su tendencia a la concertación y la moderación política. Al igual que el mismo Mauricio Funes, Ortiz está obligado a callar o a recurrir a la ambigüedad ante los temas sensibles del debate ideológico al interior del FMLN.
Y de nuevo fue José Luis Merino quien lo puso en blanco y negro al declarar en una entrevista, concedida a El Faro, que Óscar Ortiz tenía que ordenar sus ideas "o ya sabe dónde está la puerta de salida del partido". En otras palabras, y al menos en lo que toca a la relación con la Comisión Política del FMLN, la posición de Ortiz es tanto o más frágil que la del mimo Funes.
El reciente rumor de que Salvador Sánchez Cerén renunciará a su puesto en la fórmula efemelenista, y que su lugar será ocupado precisamente por Óscar Ortiz, no tiene ningún fundamento dada la inercia y la correlación de fuerzas al interior del FMLN. Se trata más bien la proyección de un deseo de quienes, situados en la periferia de ese partido, desearían usufructuar su marca, pero solo eso, para obtener algunas cuotas de poder.
En todo caso, la gran deuda de Mauricio Funes, y la causa de la presente crisis de su candidatura, es su incapacidad para definir en firme su postura entre la moderación socialdemócrata y el extremismo chavista. Los cordiales apretones de manos con Zapatero, Lula y Bachelet, en las tan mostradas fotografías, no alcanzan para apagar los ecos de los tambores de guerra anti sistema que hace sonar Salvador Arias a coro con otros dirigentes y con las bases radicales del FMLN.
Otro columnista, Rodrigo Samayoa Valiente, de Siguiente Página, que ha manifestado simpatía por la candidatura de Mauricio Funes, lo ha escrito con inmejorable claridad en su más reciente entrega:
"Son pocas cosas las que necesita Mauricio Funes para demostrar que puede ser el próximo presidente, puede que me equivocara hace unas semanas cuando decía que Rodrigo Ávila no pasaba las pruebas y Mauricio Funes si; más bien parece que Mauricio no se presenta a los exámenes o los evade hábilmente" Y agrega:
"Si no logra decirnos claramente, sin temor a equivocación, que no va seguir el camino de Chávez, entonces será la confirmación que ese camino que no queremos puede ser una realidad. Entonces que Mauricio no ponga como excusa al Frente, ni a Violeta, ni a nadie más que él del fracaso de su candidatura. Está a tiempo de ser claro y demostrar su liderazgo. Está a tiempo de que los votantes de izquierda confiemos en él, está a tiempo de demostrarnos que en unos años no nos sentiremos como se sienten hoy nuestros queridos amigos venezolanos".
Evidentemente, el naufragio de la campaña presidencial del FMLN y Mauricio Funes, no es otra cosa que el fracaso de la estrategia del doble discurso: mientras el partido aplaude el pro castrismo, el anti pluralismo, el anti capitalismo y el anti norteamericanismo del coronel Hugo Chávez, Mauricio Funes se sueña idéntico a Barack Obama... al menos en los spots publicitarios.